Como bien imaginaréis el hombre siempre ha soñado con volar. Desde los primeros bocetos de Leonardo y sus máquinas voladoras, pasando por la invención del globo aerostático de los hermanos Montgolfier, hasta aquellos locos Hermanos Wright que en 1903 y en Carolina del Norte lograron hacer volar un artefacto inmensamente más pesado que el oxígeno ha sido así. A día de hoy, el hombre es el dueño indiscutible del espacio aéreo pero de ello tan solo hace un siglo. Pasión, espíritu de superación, evolución o.... simplemente poder?.
Cualquier ejército que se precie tiene que tener tres diferentes estamentos, a saber: Tierra, Mar y Aire. Con estos mimbres, el ejército de Tierra siempre ha dotado a sus soldados de Infantería y Caballería. El de Mar, barcos y submarinos. Quedaba pues a resolver a principios del siglo pasado la incursión del Ejército en el Aire y... como no, en aviones. Fijaos a todas luces que hubo que contar con un arma nueva y completamente desconocida a la sazón sin desarrollar a todos los niveles y es que quien dominara el aire ganaría todas, absolutamente todas las guerras y sería el dueño indiscutible de esta pequeña pelota de tenis en medio de un océano cósmico llamada Tierra.
Napoleón, visionario por antonomasia ya quiso utilizar globos para bombardear Londres. Esa Inglaterra tan dura de roer y que definitivamente fue su ruina, pero no es menos cierto que los españoles y los italianos tuvimos el más que dudoso honor de iniciar la guerra aérea. Italia por su parte en una guerra contra los turcos bombardeando Libia y España en una guerra contra Marruecos ambos países en el año 1911.
La Primera Guerra Mundial fue la última gran guerra romántica. Aquella la cual mezcló sin ambages la Caballería y la Infantería todo en uno. Decir que fue el ocaso de los Imperios hasta entonces conformados. El Imperio Turco, el Austro Húngaro y el Prusiano acabaron con la Primera Guerra Mundial. Y darían lugar a una nueva potencia mundial la cual solo tenía 40 años de existencia: Alemania, como el moderno estado-nación que ahora conocemos. Y fue allí en la actual Polonia, lo que entonces era Prusia Oriental donde nació el personaje que nos ocupará unas pocas líneas. Su nombre Manfred Albrecht Freiherr von Richthofen, más conocido con el apodo de "El Barón Rojo".
Nacido en el seno de una familia de rancio abolengo militar el 2 de Mayo de 1892, Manfred pronto encontraría acomodo en el ejército llegando a los 20 años a Teniente de Caballería. Manfred fue movilizado al frente oriental a combatir contra los rusos pero a posteriori sería enviado al frente occidental esta vez como soldado de Infantería. Díscolo en este sentido, el ejército le aburría sobremanera y no era para menos. El tedio era la moneda de uso corriente de una infantería que entre trincheras podía clavarse meses y meses para conquistar unos escasos 40-50 metros con no pocos peligros y penurias.
Así las cosas, y al calor del lema "VIVE Y VUELA RÁPIDO, MUERE DEPRISA" decide movilizarse y pedir asilo como soldado de una incipiente aviación. Señalaré que para ingresar en la aviación había que estar extraordinariamente loco o ser un fanático. La vida de un aviador de la época estaba valorada en una media de duración de tres semanas Manfred y como veremos logró permanecer un poco más, 20 largos meses. Con estos mimbres, en su instrucción no logró destacar en exceso como era de esperar y fue destinado a aviones de reconocimiento para a posteriori demostrar eso sí, un extremado valor en combate y una gran capacidad de liderazgo.
A estas alturas del post señalaré que entre Inglaterra, Francia y Alemania la capacidad de aparataje en un principio estribaba en unos 300 aviones para definitivamente al final de la contienda haber construido unos 150.000. Ahí era nada. En otro orden de asuntos los pilotos generalmente no morían por heridas, accidentes o simplemente derribados, no. Morían las más de las veces por el estrés al cual estaban sometidos en combate. Justo será recalcar que había combates los cuales duraban hasta 6 horas en unos aparatos de difícil y extremado gobierno, dotados de unas más que magras medidas de seguridad y expuestos de contínuo sus pilotos a los rigores de la presión atmosférica, viento, lluvia y frío. Decir que era muy, muy común ver un Fokker alemán o un Albatros estrellarse sin más en mitad de una pradera debido al desvanecimiento del piloto a todas luces exhausto en mitad de una batalla o un simple reconocimiento.
Así pues Von Richtofen ingresaría en la escuela del aire en 1915 junto a su hermano Lothar para aprender los rudimentos de la aviación tanto en combate como de reconocimiento. Su bautismo de fuego no tardaría tras derribar a su primer avión en Cambrai, Francia el 17 de Septiembre de 1916. Recalcar que un calmo y sosegado Manfred se transformaba en la carlinga de un avión de combate en una águila de presa.
1917 y dadas sus dotes como piloto se le confía la división Jasta 11 o lo que popularmente se le denominaría como "Circo Volante". Sus 14 aviones iban todo pintados de colores distintos para que se les viera en lontananza y así emprender de esa guisa combate aéreo. Que diferencia con los de ahora, verdad?. Donde la invisibilidad de los cazas es un decisivo factor sorpresa. Manfred no tuvo empacho pues en pintar su avión de un atrevido rojo púrpura ganándose así el remoquete de Barón Rojo. Fueron los años dorados de Manfred en compañía de su hermano Lothar y del que luego sería Mariscal del Aire y genocida nazi Hermann Göering. Los compañeros de Manfred tomarían a este como un suicida de proporciones bíblicas el cual no tenía rodeos a la hora de
arriesgar por completo su vida con tal de derruir un avión oponente, pretendía so pena ser derribado lo enterraran en ese mismo sitio con su avión. En otro orden de asuntos los aliados le tenían auténtico pavor. En cuanto veían su rojo avión sabían se enfrentaban a una más que muerte segura. Las estadísticas cantaban sobremanera y seguirían cantando así hasta en 80 derribos y 200 muertes. Y es que era la más viva representación de la muerte en el aire. Para que os hagáis una idea del riesgo ese mismo año y en la aviación británica cayeron 350 héroes, solo 150 lo hicieron en combate y 21 derribados por Manfred. Señalar que en una ocasión tuvo un duelo especialmente exigente contra un inglés. Un tal Lanoe Hawker al cual tras acosarlo sin cuento e instigarlo a maravilla definitivamente logró abatirlo. Lanoe era el piloto más experimentado de la época y mientras caía y ardía el inglés le dedicó un saludo militar mirándole fíjamente a los ojos. Cuentan que Manfred no pocas veces se despertaba en sueños tal como si en ese mismo instante estuviera viendo a Hawker saludarle antes de una muerte más que inminente. Manfred bajó a tierra y recogió la ametralladora de su enemigo muerto. La dispuso en el lateral de su triplano y le acompañó toda su vida como trofeo militar.
Su avión favorito era el Fokker triplano. Un aparato lento en singladura pero extraordinariamente maniobrero y con una estupenda capacidad de remontar vuelo. Lo bautizó con el nombre de una mujer: "Lola". Señalar que ya para aquel entonces Manfred en Alemania era ya una leyenda. Estamos en época de guerra y cualquier nota al uso era motivo de exaltación de loas para el ejército alemán. Una de las prendas más codiciadas eran estampas sobre la figura del Barón Rojo que circulaban por un país que pagaría muy, muy cara esa guerra y que al cabo de algo más de 20 años volvería a pagar y esta vez un sobreprecio extraordinariamente exigente después de la Segunda Guerra Mundial.
Para aquel entonces, Anthony Fokker había solucionado un gran problema en sus aviones y que pronto los aliados copiarían. Oriundo de los Países Bajos y establecido en Alemania desde 1910 logró algo completamente ingenioso. Que las balas de las ametralladoras pasaran a través de las hélices de sus aviones. Este prodigio lo consiguió gracias a una perfecta sincronización del giro de la hélice para con el tiro de la ametralladora que, a todas luces tenía que manejar el piloto. Aviones extraordinariamente ligeros hechos con únicos materiales tela, madera, acero, cuero y baquelita ya que el plástico distaba mucho todavía de ser inventado eran en el aire lentos a maravilla, si bien ya alcanzaban los 150 kilómetros por hora. Pero volviendo al interesante tema del disparo anteriormente estos pilotos se habían batido el cobre a pistoletazo limpio, sí. Como leéis. La aristocracia prusiana tenía un rancio abolengo en el noble arte
de la caza. Así las cosas, un soldado raso pilotaba el avión y detrás se colocaba un noble al uso tipo Von Richtofen. El noble era el encargado de cazar al enemigo con su pistola ya que el pilotaje no era absolutamente digno de la categoría social del aristócrata al fin y al cabo el piloto era un chófer. Solo fue cuando definitivamente se incorporaron ametralladoras al avión cuando los aristócratas prusianos se montaron en ellos y entonces iban de "caza". Y es que en la Primera Guerra Mundial las familias nobles se las prometían muy felices ya que se pensaban iba a ser una guerra de unos cuantos meses y que duraría lo justo en tanto en cuanto llenaran sus cuentas corrientes con el negocio de la guerra. Craso error, sus hijos al fin y a la postre acabarían muriendo en ella. Con honor, pero muertos.
Así las cosas, los pilotos prusianos utilizaban el término "cazar" cada vez que se montaban en sus aviones e iban a por "trofeos". Para entender este concepto es básico saber que la guerra aérea eran duelos a muerte entre uno y otro adversario con reducidisimas posibilidades de escapar con vida. Decir que se conocían entre ellos y como adversarios. Por lo que siempre gustaban saber los nombres, escalafones y procedencias de sus víctimas. Por si fuera poco los "trofeos" eran cualquier cosa que recordara al avión abatido por lo que era extraordinariamente común bajar a tierra y extraer tal o cual efecto personal del infeliz derribado o simplemente una pieza del avión chamuscado.
En cuanto a la muerte en combate, todo un desastre. Como ya he citado antes los aviones estaban hechos de materiales altamente volátiles. Las más de las veces ardían en el aire como yesca chamuscándose el piloto para de definitivo estrellarse en el duro suelo por si el infeliz tenía poco. En cuanto al paracaídas ni estaba ni se le esperaba hasta pasada la Primera Guerra Mundial. Aún así, librarte de una muerte segura en paracaídas no era nada fácil en la Segunda Guerra Mundial ya que había que invertir el aparato y caer por la propia acción de la gravedad. Mal negocio, máxime si tenemos en cuenta que esos aviones ya iban a más de 500 Km/H en un acto que para nada estaban entrenados, a vuelapluma y sin asiento que los eyectase. Creedeme si os digo que después del paracaídas el asiento eyectable es el artilugio que más vidas ha salvado en la aviación.
Respecto al combate aéreo todo un espectáculo. El piloto se tenía que acercar a escasisimos metros de su contrincante para solo así poderle dar en el blanco en una tarea no apta para cardíacos por lo que la posición del sol era determinante a la hora de hacer blanco más fácilmente. Eso Manfred lo sabía a la perfección. Por añadidura como "cazador" luego depredador, entendía muy, muy bien la psicología del enemigo. Esto es, al aviador que no era firme, sublime y ducho en el manejo del timón y aún de la ametralladora iba por el. De ahí sus éxitos no escasos. Cada vez que entraba en combate analizaba a todas luces la psicología de sus adversarios.
Pero volviendo a nuestro héroe, nos situamos en el 6 de Julio de 1917 con un Barón y una hoja de servicios avalada por 60 derribos cuando una esquirla de bala le tropieza en la cara. A toda prisa, y ante una imposibilidad más que tácita de seguir combatiendo Manfred decide abandonar y aterrizar para recibir asistencia sanitaria. Señalar que la herida era extraordinariamente fea y que le acompañaría el resto de sus días. Ante la pecaminosa situación el gobierno alemán decide prohibirle el vuelo ya que prefieren un héroe vivo a uno muerto. Se mascaba la tragedia para Manfred. Pero Richtofen niega en rotundo el abandono de su carrera militar y al cabo de unos meses solicita ingreso en el ejército. Resaltar que para aquel entonces su mecenas y fiel amigo Oswald Boelcke había sido abatido y Manfred había jurado vengarlo a toda costa y su hermano Lothar ingresa en el Jasta 11.
Tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda la aviación británica fue la mejor del mundo. La capacidad de fabricación inglesa de aeroplanos era tan abrumadora que Alemania sencillamente estaba acorralada. y no tenía nada que hacer. Incluso con la capacidad bélica germana a todo gas y superando en Tierra y Mar a los aliados cosa que era imposible solo con los aviones ingleses hubiesen perdido igualmente la guerra. Malos tiempos para el Káiser. En esencia, Alemania estaba más que y si se me permite la expresión, funeralizada.
Como bien he reseñado la herida de Richtofen estaba mal curada y supuraba sin parar. No lograban cerrarla y encima era de natural grave. No obstante, Manfred no tardaría en volver a irse de "caza" con su triplano rojo en unas condiciones lamentables.
Nos situamos en el 23 de Abril de 1918. El ejército canadiense ya había entrado en guerra contra Alemania y Australia también. Era la misión número 58 de Manfred Von Rictoffen esta vez sería una vuelta de reconocimiento un tanto arriesgada adentrándose en líneas enemigas encontrándose lógicamente con un escuadrón inglés. Manfred, las más de las veces analizaba sus presas como buen cazador percatándose de un avión británico el cual titubeaba en demasía y se dirigió a derribarlo deduciendo era un novato. El piloto británico era un tal Wilfrid "Wop" May de la RAF. Desobediente, incauto y bravucón Manfred desoyó todo tipo de órdenes para un vuelo de reconocimiento. May bajó su altímetro a ras del suelo ante su falta de experiencia y el Barón Rojo lo siguió invadiendo tierra enemiga y seguido por el excelente piloto británico Arthur Roy Brown el cual disparó por detrás a Richtofen librando a May de una más que segura muerte reventando el avión de nuestro sietemachos particular.
La bala, entró por el torso de Richtofen reventándole los pulmones, la cava, aorta y corazón provocándole la muerte para estrellarse acto seguido en la campiña francesa del Somme.
A día de hoy....... mi versión no es para nada cierta. Hay ligeras controversias ya que hay exégetas los cuales acusan la realidad de la muerte del héroe alemán a un soldado de infantería que disparó desde tierra con una batería antiaérea y fue el que en realidad mató a Manfred. El gran problema estriba en que ambas ametralladoras portaban las mismas balas, llamadas .303 (extraño nombre para un calibre). El artillero se llamaba John "Snowy" Evans. Sea lo que fuere........ la leyenda del Barón Rojo había acabado.
La pompa y circunstancia inglesa hizo que lo enterraran como él deseaba. En el mismo sitio donde murió y al lado de su avión. Yo,
como español hubiese escupido a su cadáver. Una banda británica entonó no se que canción, imagino sería el "Deutschland Uber Alles" y la hélice de su avión "Lola" hicieron de cruz en su nuevo avión que no era sino un ataúd. Señalar que una vez muerto Manfred fue sustituído por un peor fanático y ya mencionado: Hermann Göering como comandante en jefe del Jasta 11. Aún más idólatra si cabe si bien solo derribó 22 aviones (ahí era nada....) pero fue el responsable más que directo del exterminio de 6.000.000 de personas en la Segunda Guerra Mundial. Creador de la Gestapo y de las SS, cleptómano (acumuló la práctica totalidad del arte europeo en su castillo) sin cuento y morfinómano deslumbrante. Reichsmarshall del Tercer Reich.
Y esta es, queridos amigos la historia y homenaje al Barón Rojo. Admiración, buen hacer en tiempos de guerra o.... fanatismo. Para mí, de natural pacífico lo último. Héroe o as, sin lugar a dudas, si bien los héroes salvan vidas no las cercenan.
En mi opinión el Teniente Manfred Von Richtofen fue un individuo fagocitado por su estirpe prusiana y un exacerbado nacionalismo alemán que luego se tornaría en Nacionalsocialismo por mor de los acontecimientos y que de no haber muerto hubiese acabado como uno más de los edecanes de Hitler al igual que Göering o..... se hubiese convertido como Adolf Galland o Rommel en unos auténticos militares con una ética más que probada?. Lo dudo bastante. Siempre fue un fanático que desafió el riesgo.
En Francia, Rolland Garrós y en España García Morato, junto con Richtofen en Alemania y Hartmann condecorado con la Cruz de Caballero con Hojas de Roble Espadas y Diamantes en la Segunda Guerra Mundial, ases de la aviación los hubo a decenas pero..... como el Barón Rojo y en los albores de la aviación militar ninguno.
Y ahora escuchadlo: Como nada se me ocurre cuestión de echar risas. Barón Rojo..... Te cagas. "Vas sin afeitar dice el Sheriff del lugar y además con tías buenasssssssssssss!. Su puta madre!!!!!! Que grandes!!!!. Mi rollooooo es el rock!!!!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario