Luis Carrero Blanco o el JFK español. Así lo defino yo. Amplia es la sucesión de Presidentes del Gobierno españoles asesinados. Desde 1870 cinco lo fueron. A saber: Prim (1870), Antonio Cánovas del Castillo (1897), Canalejas (1912), Eduardo Dato (1921) y Carrero Blanco (1973). Se les escapó por muy poco José María Aznar, el coche soportó el impacto. Hoy nos centraremos en el más conspiranoico de todos ellos, aunque sí es cierto que un asesinato, y más de un Presidente es ya de por sí una conspiración muy bien urdida. Nos centraremos pues primero en la personalidad de Carrero, luego y en el siguiente capítulo en su asesinato.

A la hora de analizar la personalidad de Carrero, señalar que él era franquista y ultracatólico. Sencillamente para entenderlo hay que hacerlo desde la perspectiva de un hombre del Siglo XVI más o menos y más tirando a principios que a finales. Allí donde había un crucifijo, allí estaba Carrero. Y doquiera estuviese el General Franco también. Anticomunista y antimasón a maravilla, no veía con buenos ojos la entrada de España en la OTAN. No contento y dada su adicción al General Franco quiso restarle peso a la Falange. Sencillamente pensaba que Franco lo era todo y después de Franco el ultracatolicismo.
Señalar que no en poco, fue el artífice de reclamar a Juán Carlos I como sucesor del General Franco y él se encargó muy bien de ello. En realidad Carrero trajo a Juán Carlos y no Franco. Esto que acabo de decir evidentemente os extrañará pero nada más lejos de la realidad. Ya he dicho que era un hombre del XVI y es que Carrero quería una Monarquía Autoritaria después de Franco y no constitucional. Luego, pasó lo que pasó pero.... Carrero ya estaba muerto.
Tampoco sabe nadie que había una ley que le habilitaba para gobernar una vez muerto el Dictador. "La ley Carrero" del año 72´ la cual le otorgaba el poder absoluto durante un año a la par que acabado este espectro de tiempo daría todos los poderes a Juán Carlos I para instaurar la ya mencionada monarquía autoritaria. De la que nos libramos.... o libraron los de la CIA. En otro orden de asuntos y en una personalidad tan desordenada como la de Juán Carlos I sin duda alguna nunca lo he llegado a ver promulgando pragmáticas sanciones al estilo Fernando VII y sí mucho más cerca de su abuelo Alfonso XIII el cual creó una oficina procautivos dotada de una milimétrica organización para rescatar a infelices sin paradero en la Primera Guerra Mundial. Sin tenerme por excesivamente monárquico opino que las monarquías tienen cosas buenas y malas y Juán Carlos I sin duda alguna fue un buen rey. Y Alfonso también. De Felipe VI también tengo muy buena opinión, casi mejor incluso que de los anteriores ya citados.

Franco era la cabeza pensante del Régimen y Carrero su edecán más cercano. En 1966 Fraga apoyó la Ley de Prensa la cual se aprobaría para ese mismo año. Con una televisión ya introducida en España muy a pesar de Carrero en ese año 66´al Almirante se le ocurrió dimitir. La libertad de prensa y el ejercício televisivo era para él algo completamente intolerable. Esto no fue sino un fuerte revulsivo para su carrera política porque el General Franco lo hizo Presidente del Gobierno. Si no querías caldo ahora te doy dos tazas, Luisito. Carmen Pichot, su mujer al enterarse del nefasto nombramiento de su marido no hízo sino echarse a llorar ya que de facto se sabía viuda. Le dijo que todos los recientes presidentes del gobierno habían sido asesinados y no en vano tenía razón en ese sexto sentido que las mujeres tienen para con sus maridos y su trayectorias profesionales. Fraga, un liberal del Régimen no era muy amigo de Carrero. Éste último "exiliado" en Inglaterra como Embajador el día de la muerte de Carrero sencillamente siguió trabajando en lo suyo. No quería saber absolutamente nada de Don Luis Carrero Blanco. Claro, que Don Manuel en cuanto le dolía la cabeza, la pierna o el brazo el achaque se le pasaba trabajando. Creo que en el parnaso político español no hubo nunca hombre más trabajdor que Manuel Fraga Iribarne. Una de las mentes más preclaras que dio el Régimen Franquista.

Como conclusión señalar que Franco se creía rey de España sin serlo. Era monárquico hasta la médula y a Juán Carlos I lo trató como ese hijo que nunca tuvo y que le trajo Carrero al Pardo. Franco se creía un rey con un príncipe auténtico. Carrero fue ante todo y sobre todo un amigo para el General Franco antes que un edecán. Señalar que la única vez que se le vio llorar a Franco fue en el funeral de Carrero Blanco. Luego pronunciaría la siguiente frase: "No hay mal que por bien no venga". Frase lacustre en la cual a día de hoy ni los historiadores se aclaran con ella. Quizá y en mi humilde opinión fue el definitivo espaldarazo que Juán Carlos necesitaba para instaurar una Monarquía Constitucional en España de la mano sin lugar a dudas del General Franco el cual le otorgaba definitivamente plenos poderes una vez eliminado Carrero.
Las malas lenguas aseguran que se les vio. Se les vio a Carmen Polo y Carlos Arias Navarro reírse efusivamente en el entierro del Almirante y es que de la mano de Carmen Polo el que había sido Ministro del Interior o lo que es lo mismo, responsable de la seguridad de Carrero ocuparía el puesto de éste último. Carmen y Carlos eran íntimos amigos. A rey muerto, rey puesto y de la mano de Carmen Polo de Franco.
Pero eso es otra historia que aclararé en el siguiente post: Carrero Blanco II. Operación Ogro.
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