Hoy nos vamos a centrar en un héroe soviético. En un fuera de serie, un valiente, un pionero en el orgullo de toda una generación de soviéticos y porque no del Ser Humano. Su nombre Yuri, su apellido Gagarin.
Corría el año 1934 y más concreto un 1 de Marzo cuando vino al mundo Yura Alekseyévich Gagarin en una granja colectiva. Su padre era carpintero de profesión y se dedicaba a ello. Su madre una ávida lectora de libros. Así las cosas el padre, un profesional de la madera y la madre una mujer excesivamente culta y que en no poco supo orientar al tercer de sus 4 hijos a que estudiara y fuera algo en la vida. Señalar que la URSS siempre tuvo muy a gala por razones propagandísticas que Yuri había sido hijo de unos humildes campesinos, pero esto nunca fue del todo cierto.


Año 1953, muere Joseph Stalin y lo sustituye en el gobierno un hombre fuera de lo que había sido la Revolución Bolchevique, Nikita Kuschev, aquel que se quitó el zapato para golpear la mesa en una asamblea de la ONU para protestar en la crisis de los misiles de Cuba. Señalar que Kruschov inició un período aperturista en la URSS y eliminó a la práctica totalidad de los edecanes stalinistas.
Así las cosas Yuri se apunta a un aeroclub para dar lecciones de vuelo y posteriormente abandona sus estudios de tornero para ingresar en la escuela militar de Oremburgo. Allí sería donde entraría en contacto con aquellos magníficos cazas soviéticos. Los míticos MIG-15. Por mor de los acontecimientos, sus esfuerzos y su pasión por volar le habían permitido ser piloto militar.

1957. Es enviado a una base militar en Murmansk. Territorio hostil donde los haya, Yuri pilotaba los aviones como nadie. Tormentas de viento, nieve y temperaturas de hasta menos 50 grados junto con unos duros entrenamientos hicieron de él uno de los pilotos mejor adiestrados de la URSS y fue ascendido a Teniente Primero en 1959.
Año 1957, la Unión Soviética empieza a comerle terreno a los E.E.U.U. y pone en órbita lo que sería el primer satélite artificial de la Historia, el Sputnik I. Año 1960, JFK asciende al poder en EEUU e inicia una alocada carrera espacial frente a la URSS. Así las cosas esta escalada espacial se vería por el resto del mundo como un loco desafío de titanes. Y en 1960 la URSS inicia un proyecto ultrasecreto, el proyecto Vostok I, que no era sino la tentativa lanzar al espacio a un humano, ponerlo en órbita y dar una vuelta a la Tierra para luego devolverlo sano y salvo a la misma.

Y es ahora en cuanto entra en acción un afamado ingeniero, Sergei Koroliov. Koroliov fue el mejor ingeniero aeronáutico de toda la URSS. Ocuparía así por méritos propios la jefatura del Programa Vostok I. Señalar que Koroliov pasó bastantes años confinado en un gulag por Stalin. Su único delito la investigación con cohetes de combustible líquido. Así las cosas fue recluido en el gulag de Kolima por actividades anticomunistas. Y es que a Stalin, al paranoico de Stalin cualquier excusa le era válida para encerrar a uno. Definitivamente perdonado por Stalin al cabo de los años en 1944 pudo seguir ejerciendo la ingeniería pero muy, muy vigilado. Señalar que hasta bien entrados los años 50 la URSS no consintió en rehabilitar por completo a este ingeniero. Stalin era tan inútil que tenía a un genio en la cárcel en medio de la Segunda Guerra Mundial y no lo sabía. Hace falta ser inútil.


Gagarin será Cedro y el control Aurora:
"Aurora a Cedro: Va todo bien?."
"Cedro a Aurora: Perfectamente camarada Aurora."
Nueve y siete minutos de la mañana. Una patada enorme de combustible impulsa a la nave con Gagarin dentro y Gagarin exclama: Vamos Allá!!!.
Gagarin agnóstico convencido, empieza a tomar altura, una altura que definitivamente le separa de la Tierra y exclama: Aurora: "No veo ningún Dios por aquí".
Señalar que Yuri Gagarin no hizo absolutamente nada. El vuelo era por completo automático. Sí es verdad que tenía un control manual y para ello debía de teclear la clave 1265 para así pilotar él la nave pero solo hizo falta una vez reentrado en la atmósfera. No obstante señalar que el viaje no estuvo exento de peligro y casi acaba en desastre. Y es que la cápsula una vez reentrada a la atmósfera no quería separarse del cohete. Así las cosas, Yuri Gagagarin sabedor de las altas temperaturas que se barajan en la reentrada a la atmósfera esperó a que los cables que lo unían mortalmente al cohete simplemente se quemaran como así fue.

Y ahora viene lo mejor. Imaginareis que caería al mar tan tranquilo, daría las coordenadas desde la cápsula a un submarino y este lo iría a recoger. Pues no. A una velocidad de 4 veces la gravedad tuvo que pulsar su asiento eyectable a siete kilometros de la tierra y caer en paracaidas. Y es que lo de la cápsula con paracaídas es posterior al viaje de Gagarin.
Imaginaos la escena: Un individuo vestido de naranja con un casco que pone CCCP cae en mitad de la campiña soviética y se encuentra con dos niñas y una mujer y les dice:
"Hola, soy soviético, me llamo Yuri Gagarin y necesito un teléfono para llamar a mis camaradas del Kemlin".

Así fue. Y es que en realidad de Yuri no sabía nadie nada. Absolutamente nada. Se fue de casa y ni su madre sabía donde iba su hijo. La gran aventura de un tipo elegido para la gloria había durado 1 hora 48 minutos. Magnífico.
El futuro inmediato de Gagarin no sería sino la gloria. La gloria y posterior desesperación personal y es que Yuri no llevaba para nada bien tanta fama. Estaba harto de la misma. En todos sitios lo conocían y su vida íntima se vio reducida a la nada. Para colmo de males el Polit Buró le prohibió volar no fuera se matase en algún avión y la URSS perdiese un héroe. Ese héroe que tanto necesitaba la Unión Soviética. Así las cosas Gagarin como no, se refugiaría en la bebida y en las mujeres. Tenía la vida bien resuelta pero no la podía vivir como él quería.


Hay muchos monumentos a Yuri Gagarin repartidos por todo el mundo, como no. Hasta los americanos le rindieron pleitesía y editaron innumerables revistas sobre Yuri. Y es que EEUU estaba hincando la rodilla a base de bien. No obstante la carrera espacial la ganaron entre tres. Aldrin, Collins y Armstrong. Yuri, a partir de entonces pasó a un segundo plano. Ni siquiera le dio tiempo a contemplar como los americanos llegaban a la Luna. Seguro que desde el cielo, al que siempre perteneció estuvo encantado.
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