Corrían los años 1764-1765-1766-1767 cuando en Francia confluía la dinastía Capeta. Los Capetos fueron aquellos reyes que dejaron a Francia en la bancarrota y que a posteriori el populacho se vería las caras con ellos en un hecho que marcaría indefectiblemente el devenir de Europa con la Revolución Francesa. Tal sería la importancia de la dinastía Capeta así como de la Revolución que marcaría el pistoletazo de salida de lo que los historiadores denominarán y solo a partir de entonces como la Edad Contemporánea. Luis XIV independientemente de sus victorias militares había dejado la hucha francesa en la más miserable ruina. Embarcándose en un proyecto que al fin y a la postre desventraría por completo su país, Francia. Tan magno proyecto fue sin lugar a dudas el Palacio de Versalles. Así, las cosas le sucedería Luis XV, reinado en el cual acontecerían los hechos que ahora voy a relatar y que su reinado desembocaría con el advenimiento de Luis XVI con su cabeza rodando alrededor de la guillotina y la de su mujer no con menos suerte también, tomando a posteriori el relevo un tal Napoleón Bonaparte.
Fue pues, en pleno corazón de Francia y más en concreto en la región de la Auvernia cuando el día 30 de Junio de 1764 una horrible bestia atrapó a una jovencita de 14 años y la deshízo por completo. Dicho esto empezó una etapa de terror en la comarca marcada las más de las veces por una serie de asesinatos rocambolescos. El gran problema del asunto no eran los asesinatos en sí, sino en como estaban perpetrados. La bestia en concreto que según testigos presenciales se asimilaba a un lobo gigante parecía que no solo tenía una fuerza sobrenatural sino que a la vez estaba dotada de una intuición rayana lo humano. Así pues se cebaba especialmente con mujeres, niños, y niñas de humilde extracción social, véase campesinos. Algo similar o cuando menos parecido a la saña de la condesa Bathory relato el cual ya narré la semana pasada:
http://laverdadteharalibre6.blogspot.com.es/2014/03/erzsevet-bathory-la-condesa-sangrienta.html
No solamente el extraño animal disponía socialmente de sus víctimas sino que hubo mujeres y niñas decapitadas y tristemente violadas. Fue ante estos luctuosos hechos cuando Luis XV puso cartas en el asunto y organizó una serie de batidas. Como recompensa 2.500 luises de oro, nada más y nada menos para la época. Decir que hubo cazadores provenientes de toda la nación portando escopetas al hombro y señalar también que el ansia de alcanzar la ya citada recompensa en muchos casos no hízo sino alimentar más a la bestia ya que entre ellos se pasaban pistas falsas para dejar fuera de combate a muchos cazadores que tragaban el anzuelo.
Evidentemente no faltó ni la superchería ni tampoco la religión de por medio. La zona estaba en un inminente cambio del catolicismo al protestantismo, por lo que muchos furibundos católicos echábanle la culpa a la conversión de una religión a otra por parte de sus paisanos. Es pues, lícito decir y aún a modo de chanza que en tal lance, gracias a Dios no pasó por ahí judío alguno, sino la culpa hubiese sido suya sin duda alguna. Como siempre, para que nos vamos a engañar.
Pero volviendo a nuestra bestia, por lo visto se trataba de lo que actualmente se denomina como un ser criptozoológico, o lo que es lo mismo una bestia alejada por completo de lo que de común aporta la naturaleza. Un híbrido entre quizá lobo, quizá león o hiena. Sea lo que fuere debía de ser algo horrible y en mi humilde opinión señalar que guiada por un asesino, evidentemente humano.
Dos lobos se cazaron y de enormes proporciones, a saber: uno cazado por un tal Francoise Antoine arcabucero de su Majestad y otro por un tal Jean Chastel. El primero dio pésimos resultados ya que las batidas cesaron debido a su caza. Cesaron las batidas pero no los asesinatos por lo que no se le dio por válido y decir, que por fin en el segundo lobo si que las víctimas ya brillaron por su ausencia y se dio por acabado el asunto.
Chastel, pues fue el que mató a la bestia. De eso no hay la menor duda. No obstante la leyenda cuenta que lo hizo con dos balas de plata fundidas ambas de una medalla de la Virgen María. Así, las cosas Chastel abrió una Biblia conminó a la bestia y la abatió con su rifle. Diversas teorías afirman que Chastel fue además de su cazador su instigador. En resumidas cuentas y ante la bravura del cazador que nos ocupa él mismo había educado a la bestia para matar y se le había ido de las manos totalmente, por lo que no le fue difícil cazarla dados sus antecedentes con el animal.
En cuanto a la bestia, nada se conserva de la misma. Hay dos teorías que reportan su desaparición. La primera y ante el empeño de Luis XV de contemprarla se la disecó para mandarla a París. El "taxidermista" al cual se le encargó tan magna obra fue un chapucero de profesión panadero. Vació el cuerpo y lo rellenó con paja. Así las cosas la bestia llegó en un estado de conservación lamentable, ante lo cual Luis XV la enterró. La otra teoría más creíble y de la que sí hay documentos al respecto fue que se disecó como mandan los cánones para acto seguido exponerla en un museo. Pero se declaró un incendio en el mismo y la bestia ardió junto con el resto de las piezas. En mi opinión y dado que no soy excesivamente amigo de lo sobrenatural también descarto la teoría del animal criptzoológico. Se dice que muchos afirmaron ser un híbrido entre león, hiena y lobo y que su dueño no contento con ese engendro dotaba al animal de un capuchón el cual aterrorizaba al más pintado a la par que le ofrecía una resistencia enorme a las balas de los cazadores.
Sea lo que fuere y dadas la pesquisas de los cronistas de la época el caso sí existió, pero no pienso que fuese una bestia como la de los grabados. Se trataría de un lobo de extraordinarias proporciones guiado por su dueño el cual lo utilizó como perro de presa. Como bien dije antes actuaba de forma cuasiinteligente y seleccionando muy bien sus víctimas. Hecho que no sorprende en absoluto dados los increíbles casos que se dan en sociedades actuales de gente adiestrando Pitt-bulls, Dogos argentinos, Dobermanns y animales de esta ralea a los cuales educan para ser agresivos. Si bien el animal no tiene ninguna culpa el dueño no deja de ser un payaso al cual habría que ponerle correa y bozal para que no hablase ni escapase, eso siendo piadoso. La otra solución sería echarle 120 perros de presa encima y a ver que hacía. Tal que recientemente hizo Kim Jong-Un, el déspota coreano con su tío.
Hay una película sobre el tema con bastante imaginación por cierto y que está bastante bien hecha. Se llama "El pacto de los lobos".
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