Corre una historia por Escocia que rumorea que allá por 1886 unos señores muy engolados arrivaron a un pueblo llamado Darvel. Del carruaje descendió un niño el cual se puso a jugar por el campo y un labrador se lo encontró en serio peligro de ahogarse en una acequia. A tal extremo llegó la fatalidad que el rudo labrador se arrojó a la acequia y salvó a ese niño de una muerte segura. El padre de tan ilustre hijo se dirigió al labriego y le dijo:
-Que quiere usted?. Acaba de salvar la vida de mi hijo. Pida lo que quiera y le será otorgado.
El simple labrador contestó:
-No quiero nada de usted. Híce lo que tenía que hacer. Salvar la vida de un niño en peligro de ahogarse.

-Quiero que ese pequeño que anda por ahí correteando y que es su hijo tenga las mismas oportunidades que va a tener el mío. Estudiarán juntos en los mismos colegios y serán amigos toda la vida. Si usted, no quiere nada, su híjo sí tendrá lo que le propongo.
Esta historia, insisto no es del todo cierta, es un rumor que corre por el Reino Unido y que viene a anecdotizar la historia de la Penicilina.
Winston Churchill una vez fue salvado gracias a Fleming y la Penicilina, y el niño que estuvo a punto de morir en la acequia era nada más y nada menos el que luego sería Primer Lord de Almirantazgo y que a la sazón ganaría la Segunda Guerra Mundial, su nombre: Winston Churchill. Así las cosas, el padre de Alexander Fleming salvó al pequeño Winston, de morirse ahogado y Fleming de mayor salvó al mismo hombre de morir enfermo. Sí... el que derrotó de una vez por todas a los nazis.
Hoy nos toca hablar de un genio. Para mí junto con la Curie el mayor genio del Siglo XX. Ese siglo tan fatídico. El más violento de la Historia de la Humanidad. Y... él y solo él supo resolver como nadie el problema de muchos de nosotros. Estoy completamente convencido que la inmensa mayoría de los que vais a leer este post no lo hubiéseis podido hacer sin su descubrimiento: La Penicilina. Vamos allá pues con Fleming y la Penicilina:

Había enfermedades por aquel entonces gravísimas. Véase la horrible tuberculosis, la malaria que quiere decir "mal aire", y que se soluciona con penicilina y quinina tan abundante en la tónica. El tifus, una herida mal curada, un simple rasguño podían llevar a la muerte a una persona en cuestión de días debido a una septicemia que se prevenía mediante la amputación o cauterización del miembro. Con estos mimbres y antes de su magno descubrimiento logró tratar la gangrena gaseosa que por ejemplo fue la causa de la amputación del brazo de Millán Astray y de la muerte de Ricardo Corazón de León de un flechazo en el hombro al descubrir la Lisozima y todo debido a un terrible enfriamiento que llevaba Alexander.

Alexander era un auténtico desastre. Desaliñado, desordenado, olvidadizo...... Un desastre de microbiólogo, vamos. Y un día en su laboratorio había dejado olvidadas unas placas de Petri con el temible Staphylococcus Aureus. Sencillamente las bacterias que hacía días había dejado olvidadas habían sido rodeadas, diezmadas y acorraladas por el hongo Penicillium. Había descubierto la Penicilina y era el 22 de Septiembre de 1928. Como les pasa siempre a los genios nunca se les hace caso las más de las veces pero a la larga tal descubrimiento y achuchando la Segunda Guerra Mundial los científicos estadounidenses que buscaban superar la medicina alemana sí le prestaron atención en un congreso al cual viajó Fleming. Señalar que Fleming solo tenía el Penicilium original. Nada más, y lo llevaba cultivando por años en su laboratorio a raíz de las primeras muestras. Fleming viajó a EEUU impregnando todo su equipaje por dentro de la maleta con el hongo. Y así llegó a EEUU, donde los científicos norteamericanos lograron sintetizar el hongo primigenio del que se sirvió Fleming. La Penicilina, pues estaba dispuesta para producirse a escala mundial.

A título anecdótico reseñar que Fleming un buen día apareció en la empresa la cual fabricaba ya la Penicilina en grandes cantidades. Presentándose y diciendo que era Alexander Fleming le dijeron: "Usted es Fleming????. Pase, pase... pensábamos que ya se había muerto". Seguro que iría vestido como un pobre desarrapado y con manchas de huevo en la chaqueta.
También lo tomaron como hombre talismán. Dado su éxito con la gangrena y la Penicilina, una vez descubiertos ambos antídotos cada media hora entraban a molestar a su laboratorio a ver si había descubierto algo nuevo.

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Fleming y la Penicilina. Ese gran descubrimiento que le salío gratis a la Humanidad porque hubo un hombre que no consintió se patentara. Muchos de nosotros sin su descubrimiento estaríamos muertos. Aún se receta Penicilina como método eficaz para tratar las enfermedades tratadas con antibióticos. Porque antibiótico quiere decir "en contra de la vida", de la vida de la bacteria, claro. Hoy en día se cuestiona su utilización porque el organismo a la larga se hace inmune a la Penicilina pero pienso que la evolución de los antibióticos son superiores a la evolución de las infecciones. Sin Fleming estos antibióticos no podrían haber evolucionado, sencillamente no hubiesen sido descubiertos y todo por una casualidad y la generosidad de un hombre al que la Humanidad sencillamente le debe todo, al D.R. Alexander Fleming. Un escocés que dicen salvó la vida dos veces al Premier británico Sir Winston Churchill. Dos veces no lo se, una seguro. Sirva pues, este post como homenaje a la para mí persona más importante del Siglo XX junto con Pasteur y los arriba citados como tantos otros, claro que sí.
PD.: Dedicado a mi amigo Alí tan amigo del mundo de los toros y a mi amigo Artur García del foro de César Vidal Manzanares tan aficinado a aquellos que gracias a sus descubrimientos hacen de la vida un mundo mejor sin apenas pedir nada a cambio. Simplemente con su tenacidad y esfuerzo. Ahhhh!!!. Y a mi madre, que hace dos años estuvo a punto de morir de una septicemia, por culpa de una matasanos que logró confundir una gota con una infección en un pie. Inútiles los hay en todas partes.
Cierto que cuando a ultimos de agosto Fleming dejo la ventana abierta de su laboratorio, cuando volvio el 28 de septiembre se impregnaron las muestras con esporas de melon de un huerto cercano, naciendo la penicilina que sustituiria con mayor eficacia a las sulfamidas alemanas. Sin la fabricacion masiva industrial, ya que cuando se precipitaba desaparecia, y a la segunda guerra mundial autentico laboratorio de la medicina de cobayas humanos como ahora africa, ahora no la conoceriamos. Aunque por meritos debio corresponder a Pasteur, maestro en hongos y levaduras, la diosa fortuna favorecio a este irlandes.
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