Hoy nos vamos a centrar en el ejemplo de la tenacidad, de la cabezonería, de la perseverancia y de la intuición. Hablaremos de todo un genio del Siglo XIX. Hablaremos de Louis Pasteur.
Y... es que entendió como pocos aquella idea de lo que era la prevención. En medicina hay dos pilares, la prevención y el diagnóstico. Si la prevención falla entra en escena el diagnóstico y si el diagnóstico falla el enfermo nunca se cura. Si la prevención acierta no hace falta recurrir al diagnóstico ni por tanto a la solución. Vamos pues con la prevención y Louis Pasteur.
Corría el año 1822 y más en concreto un 27 de Diciembre cuando vino al mundo en Dole un pueblecito francés un niño llamado Louis Pasteur. Hijo de ex sargento del ejército napoleónico al igual que Victor Hugo tuvo una felíz infancia muy arropado por sus padres. Señalar antes de todo que Louis es un ejemplo de saber hacer por parte de padres y educadores. Sin ser un niño excesivamente brillante sus padres y tutores supieron encaminarlo muy, muy bien para lo que sería en su futuro. Fue un ejemplo de esos que se dan en la vida de hombre que con más o menos recursos y gracias a él mismo y el apoyo de los suyos llegó a lo más alto.

Así las cosas, el profesor de su pueblo dividió la clase entre los alumnos más aventajados, quedándose Louis como uno lo que se diría mediocre, lento, reflexivo, muy, muy observador pero tremendamente trabajador. A puro de trabajo conseguía sus objetivos académicos, logró hacerse con el título de Maestro en la Escuela Real de Becancon y su profesor habló muy seriamente al respecto con sus padres. Ya que Louis debido a su tenacidad se merecía una oportunidad.

Es en 1843 cuando ingresa en la Escuela Superior, aprueba unas oposiciones de Física y renuncia a la plaza por dedicarse a la investigación. En Agosto de 1847 se titularía como Doctor en Ciencias. Pero en 1848 ocurre una de sus primeras fatalidades, su padre muere dejando triste y costernado al joven Louis, el cual ese mismo año descubre la estructura del ácido tartárico. El SigloXIX como muchos anteriores y hasta bien entrado el XX fueron siglos de inmovilismo en lo científico. Así las cosas un viejo profesor de 74 años el cual se burlaba de él y de sus trabajos le desafía a que le demuestre la estructura del Ácido Tartárico. El viejo profesor quedó tan sublimemente emocionado que inmediatamente se echó a llorar. Acababa de descubrir lo que era un genio, ese genio se llamaba Louis Pasteur y le sería concedida la Medalla de la Legión de Honor con tan solo 26 años. Y en 1854 pasaría a ser Decano de la Universidad de Ciencias de Lille.
Señalar que esto no era sino el comienzo de una larga amistad con la Ciencia. Ya que si por medallas, títulos y honores su ataud el día de su muerte no hubiese parecido sino el baúl de la Piquer porque Pasteur es el ejmplo de hombre que acumula, acumula, acumula y nunca hay suficiente por lo que en realidad su ciencia solo tiene un depositario común: La Humanidad entera.
En lo político, son tiempos difíciles. Gobierna Luis Felipe de Orleáns es sucedido por otro Napoleón, Napoleón III, por prohibir se prohibe hasta la barba en los hombres y a Louis se le obliga a desempeñar su oposición dejándole el tiempo justo e imprescindible para su pasión: La Investigación.

Como bien he dicho antes a Pasteur le sonrrió la vida en lo académico pero no en lo familiar y en 1854 murió su hija mayor de una infección. Pero la suerte le seguía siendo esquiva. En 1856 morirían dos hijas más Camille y Cecille. Por si esto no fuera suficiente calamidad a Pasteur le dio un derrame cerebral que lo dejaría postrado en una silla hasta 1869 y aún así siguió con sus experimentos, la tenacidad ante todo. No por nada quedaba todavía lo mejor. Con estos antecedentes y ya con los pilares bien echados Pasteur le declararía ya de por vida la guerra a las bacterias. En una comunidad científica tremendamente inmovilista y tras diversos estudios con gusanos de seda Pasteur llegó a la conclusión de que los microbios tenían una relación completamente directa con la esperanza de vida en los hospitales. Sencillamente los cientícos de aquel entonces no se creían que un microbio tan estrictamente pequeño pudiese acabar con la vida del resto de células. Avalado por otros bacteriólogos que sí lo apoyaban ordenaron hervir sin excusa todo aquel instrumento quirúrjico a la hora de acometer una operación y los resultados fueron abrumandoramente satisfactorios. Decir, que por aquel entonces un médico podía tocar un cadáver a la hora de certificar la muerte del mismo y a los 10 minutos servir con esas manos de cirujano en una operación sin habérselas lavado. Sencillamente se pensaba que en la suciedad no había microbios. En no pocos parideros el microbio puerperal fue completamente eliminado y recomendó hervir todos y cada uno de los instrumentos quirúrjicos a temperaturas de entre 110 y 130 grados centígrados.


Esto ya, fue un éxito rotundo tanto para Pasteur como para la Humanidad. Como os he dicho, un maestro en el arte de la prevención médica. La Tercera República Francesa le otorgó un sueldo de 2.500 francos para que siguiera investigando, esta vez con conejos.

Pasteur murió un 27 de septiembre de 1895 a la edad de 73 años. Se había ido pues el mejor bacteriólogo de la Historia de la Humanidad. Otros continuarían su obra. Madamme Curie, Fleming del cual ya híce un monográfico en este nuestro blogg y que os pondré a continuación, el colombiano Manuel Patarroyo y tantos otros más.
http://laverdadteharalibre6.blogspot.com.es/2014/04/fleming-y-la-penicilina.html
Cuando le preguntaron sobre qué frase quería le pusiesen en su epitafio atinó a decir:
"Joseph Meister vivió"
Y vaya si vivió, Meister y tantos otros como nosotros que en no poco le debemos la vida, claro que sí.
Hoy los restos descansan en la fundación que él mismo creó en el año 1888. La Fundación Pasteur.
Habría que hablar de Paracelso, bisabuelo de Pasteur que decia que habia pequeños bichitos y que las manos y el agua se debia hervir, solo que 500 años antes que Pasteur.....Excelente articulo, un 9.5
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